martes, 23 de agosto de 2016

Melquíades Álvarez, inspirador de FORO

Excelente y oportuno artículo de la presidenta de FORO, Cristina Coto, sobre la figura del gran político reformista Melquiades Alvarez, asesinado hace 80 años. Publicado hoy en El Comercio.

Melquíades Álvarez, inspirador de FORO


La sabiduría popular es un espejo que refleja todo lo que la gente se niega a ver, cada vez que recuerda aquello de «dime de qué presumes y te diré de qué careces». Viene como anillo al dedo en estos tiempos de «memoria histórica» que, en realidad, es una gran farsa de desmemoria para borrar lo que conviene a los nuevos representantes del más viejo sectarismo nacional. Asturias no es la excepción, y los de la «memoria histórica» nos quieren hacer olvidar algunos intentos de golpes de Estado como el que destruyó la Cámara Santa o la Universidad de Oviedo, por citar hechos imborrables. Ahora se cumplen ochenta años del trágico y alevoso asesinato de nuestro paisano Melquíades Álvarez, gran figura de la política española durante la Restauración alfonsina, la dictadura de Primo de Rivera y la II República. Como es evidente, los paladines de la «memoria histórica» permanecen sumidos en la amnesia.

El gran periodista gijonés Paco Ignacio Taibo I, que padeció un doble exilio en 1934 a Bélgica y en 1959 a México, nos legó un gran libro de memorias con el título ‘Para parar las aguas del olvido’ que para mí es toda una lección de responsabilidad cívica. Parar las aguas del olvido es un deber de cualquier ciudadano responsable que sea consciente de que la opinión pública no tiene memoria. Por eso me interesa especialmente empezar recordando el artículo de José Girón y Ángel Mato, publicado en El Comercio el 27 de marzo de 2011, titulado ‘La tradición reformista: de Melquíades a Cascos. Sobre la aparición de FORO en el panorama político’. Los autores afirmaron entonces que «Asturias necesita un proyecto reformista que cierre el ciclo de las infraestructuras iniciadas en la transición democrática, todavía pendientes de encaje en el mapa español y europeo. Existe una meridiana vinculación entre el reformismo innovador, regeneracionista y europeísta fundado por Melquíades Álvarez hace casi un siglo, para llegar al actual reformismo, de matriz melquiadista, e igualmente innovador, modernizador e integrador defendido e impulsado por Francisco Álvarez-Cascos».

Por lo que conozco, creo que fue pura casualidad que al día siguiente, el 28 de marzo de 2011, Francisco Álvarez-Cascos pronunciara la conferencia en Tribuna Ciudadana de Oviedo, en la que afirmó que «hoy en Foro también nos proclamamos profundamente reformistas por convicción, enlazando con nuestra mejor tradición, para encaminar al Principado hacia la senda del bienestar y del progreso del que la desviaron los abusos de unos pocos y el conformismo generalizado de sus gobernantes. Nuestro reformismo se define como un movimiento constitucional y, por tanto, moderado, capaz de superar la marginalidad y el sucursalismo que han consolidado en el Principado los dos, hasta ahora, partidos mayoritarios asturianos. Ofrecemos un programa regenerador de nuestras instituciones, capaz de revitalizar su funcionamiento democrático, erradicando el clientelismo, devolviendo el protagonismo a la acción decidida tanto del Gobierno como de la oposición, para cumplir con sus responsabilidades ante la sociedad. Somos una fuerza europeísta, tanto en los objetivos de la construcción del nuevo marco político continental como en la aplicación de los programas de reformas estructurales, superadoras de las trasnochadas de las políticas con etiquetas de izquierdas y de derechas, para asegurar el progreso y avanzar con firmeza en la consecución de aquellos».

Con este programa, FORO ganó las elecciones en 2011 y Francisco Álvarez-Cascos alcanzó la Presidencia del Gobierno del Principado. Pero una férrea alianza anti natura de los dos partidos mayoritarios –que no son capaces de entenderse en España ni para evitar una parálisis política inédita en Europa– devolvió a Asturias al inmovilismo más empobrecedor que conocemos e hizo imposible que en Asturias prendiera la llama del reformismo para iniciar una etapa de progreso, capaz de sacar al Principado de la decadencia rampante que nos atenaza. Las mayorías pueden tener el control del sistema parlamentario, pero, como sucedió en Asturias, no resuelven los problemas de los ciudadanos, que es el fin primero y último de la política. Por eso, en su despedida como presidente del Principado, Francisco Álvarez-Cascos volvió a evocar a Melquíades Álvarez y nos dejó este vaticinio: «Hoy estoy más convencido que ayer de que las soluciones que esperan los ciudadanos de sus gobiernos, más allá de las instituciones y de los programas políticos, dependen sobre todo de las buenas prácticas y de los valores colectivos que las inspiran, es decir, de la Cultura con mayúscula de la sociedad. El valor del respeto a todos por igual, para excluir las marginaciones despectivas hacia los pequeños y los distantes. El valor de la honradez intelectual para fomentar la transparencia vertebradora y la comunicación social basadas en la información veraz, medicina infalible para desterrar la propaganda encubridora de intereses particulares inconfesables. El valor de la solidaridad territorial en las políticas económicas para erradicar las simplificaciones dañinas y discriminatorias de una estabilidad presupuestaria que, como toda medicina, en dosis adecuadas cura pero en dosis fundamentalistas mata. El valor de la cohesión social en las políticas laborales activas para no sobreproteger a las personas empleadas (‘insiders’) a costa de desproteger a quienes no tienen empleo (‘outsiders’). De estos valores nace el creciente protagonismo europeo de la tercera vía, de la gobernanza superadora del viejo paradigma de la gobernabilidad sustentada en la estabilidad aritmética de las mayorías parlamentarias, con viejas raíces en Asturias en la doctrina reformista que creó Melquíades Álvarez hace ahora cien años».

Han pasado cuatro años desde entonces y aquélla apuesta sigue viva, tanto en Asturias como en España. Por eso, al cumplirse el 80 aniversario de su asesinato en Madrid, es una ocasión única para reflexionar sobre la potencia regeneradora del reformismo europeísta que inspiró los discursos de Melquíades Álvarez contra la degradación de los dos grandes partidos dinásticos de la época, y su vigencia en alguno de los partidos mayoritarios de la Asturias y la España de hoy. En todo caso, nos obliga a meditar sobre la discriminación objetiva que padece Asturias, sobre nuestro estancamiento y nuestro aislamiento, sobre sus causas y sus remedios. Confío que las maniobras interesadas de desmemoria sobre la gran figura española de Melquíades Álvarez y las falsificaciones burdas sobre la legitimidad de FORO como heredero de sus ideas reformistas, favorecidas por las fuertes corrientes de las «aguas del olvido», no triunfen. Espero haber contribuido modestamente a ello con estas líneas.

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